La vida, a veces, nos pone a prueba. Nos ofrece una oportunidad de saber quiénes somos, qué energías y arrojo atesoramos y qué estamos dispuestos a hacer por los demás. Generalmente son situaciones difíciles e inesperadas, situaciones duras en las que hay que encontrar fuerzas dentro de lo más profundo de nosotros mismos.
De pronto, la naturaleza se desata y nos desarma, desafía las estructuras y las organizaciones, acobarda a los de frágil carácter y proyecta a los grandes de espíritu. Se brinda la ocasión de poner en juego la fortaleza, la capacidad de respuesta y de entrega, de ofrecer acciones, brillantes y salvadoras, desprovistas de egoísmos. En esos momentos de prueba interna, la respuesta brota por sí sola y el desafío ofrece una oportunidad que determinados seres humanos aprovechan para mostrar la grandeza que atesoran.
A veces esta prueba, está en relación con los demás, con la ayuda generosa y desinteresada con una entrega al otro que multiplica su valor. Esto ocurrió en los difíciles y duros días de la gran nevada caída sobre Madrid en días pasados. Un grupo reducido de profesionales quedó aislado por la nieve, durante todo el fin de semana en la residencia que la Fundación Polibea tiene en la ciudad de Tres Cantos, que quedó absolutamente inaccesible, tanto por carretera como por tren. Este grupo, se hizo cargo día y noche desde la tarde del viernes hasta la tarde del domingo, cuando ya pudieron llegar, jugándose el tipo, y tras varios intentos, algunos compañeros de apoyo, conduciendo sobre hielo, o caminando durante horas en la nieve. En ese tiempo, atendieron a las personas con discapacidad de la residencia, sin cambio de turnos, sin descanso.
Todo ello de una manera sencilla y natural, sin perder el impulso, las fuerzas y la alegría, ofreciendo un ejemplo de generosa entrega, de profesionalidad y humanidad.
José Félix Sanz Juez